El emblemático cantante y compositor chileno afirmó en Emprendidos que “anulé las polémicas de mi vida, la queja, no me convertí en una persona atractiva para los medios y su discurso”.
El emblemático cantante chileno Álvaro Scaramelli, contó en nuestro programa Emprendidos que cuando empezó a componer a los 13 años, descubrió que tenía sensibilidad; era muy tosco cuando niño. Fue algo terapéutico para él, hasta hoy, pues se mantiene resiliente en su pasión musical con conciertos permanentes.
Y en su entrevista con Carla Ballero, recordó que cuando tenía 17 años, llegó al Campus Oriente de la Universidad Católica a dar examen de música y entrar al conservatorio. Sin embargo, una profesora le dijo “no entres a estudiar acá, lo tuyo va por lo popular: esto te encasillará para lo clásico y te frenará en el aspecto creativo”.
De este modo, le hizo caso a esa profesora, y continuó adelante en su amplia carrera. También dio a conocer que en las familias italianas, antiguas, se usaba que los niños aprendieran de instrumentos musicales para animar las fiestas.
“Cuando mi abuela supo que quería aprender piano, me dijo un rotundo no por su mala experiencia, pero lo hice igualmente. Soy pianista funcional, para componer y cantar principalmente, aprendí a los 17 años”, manifestó el artista nacional, uno de los precursores del Rock Latino en el país.
La fama, confesó, “se me vino muy encima, tenía 21 años cuando fui al Festival de Viña del Mar, el mánager que tenía -que trabajó también con José Alfredo Fuentes y Fernando Ubiergo- era obsesivo y me ahogó, por eso luego compuse una canción que indicaba ‘mi productor me está matando’, en relación a ese episodio”.
Uno de los mayores éxitos de Scaramelli es la canción Locos Rayados. ¿De dónde surgió la letra? “Esa búsqueda de una identidad propia me llevó a ir contracorriente, a ser parte de los inadaptados del sistema, por eso la escribí y sigo pensando lo mismo”.
También, en muestra de su resiliencia, aseguró que aunque años atrás se le quemó la casa, nunca usó la situación para victimizarse, por el contrario, lo tomó como un aprendizaje de la vida que logró hacerlo crecer, incluso hoy es terapeuta. “Anulé las polémicas de mi vida, la queja, no me convertí en una persona atractiva para los medios de comunicación y su discurso”.