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La emotiva historia de la chilena que con 89 años es campeona mundial de natación

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Foto: Eliana Busch, de 89 años, es una chilena campeona mundial de natación.

“En la tercera edad o en la cuarta edad, en la que estoy, una no puede sentarse y esperar que venga la muerte”, afirmó la destacada deportista nacional Eliana Busch.

Eliana Busch brilla a sus 89 años. En el pasado Mundial máster de natación, la deportista chilena ganó cuatro medallas de oro, por Chile.

«Cuando era joven empecé a nadar. Afortunadamente, seguí haciendo deporte, hasta que se me ocurrió casarme, tener hijos», afirmó a EMOL. Eliana contó que, cuando era adolescente, un entrenador húngaro le dijo que la podía convertir en una figura de nivel mundial. Piensa que si hubiese nacido después su historia pudo ser distinta.

«Uno a esa edad se casa. Yo miro para atrás, el padre de mis hijos no está en este mundo hace mucho tiempo. Yo me separé de él, alcancé a estar 19 años casada, más o menos. No era lo que yo pensaba el matrimonio. Yo sé lo que podría haber sido, pero la vida te va llevando por otros caminos», expresó. Se alejó de la natación y por mucho tiempo practicó equitación, pero un día sufrió un accidente con un caballo y terminó con fracturas.

En ese momento tenía 78 años. Uno de sus hijos le preguntó por qué no volvía a la piscina. Ella consideró que era una buena idea. «Nadaba 25 metros y quedaba con la lengua afuera, como perrito de calle. Empecé de a poco. Fui a un Campeonato de Chile que se hizo en Valparaíso y lo gané, hice una marca muy decente. Y dije: ‘Esto es entretenido’. Empecé nuevamente a nadar y eso le demuestra a toda la gente mayor que sí se puede, es cuestión de querer y tener un poquito de perseverancia», comentó Busch.

Eliana hace clases de natación en la Municipalidad de Viña del Mar. Vive sola y hace todo por sí misma. «Así una no molesta a nadie», apuntó. Siempre está en movimiento. Indicó que para tener energía «hay que gastar energía». «Una no se tiene que entregar a nada, una tiene que luchar. En la tercera edad o en la cuarta edad, en la que yo estoy, una no puede sentarse y esperar que venga la muerte. Por mí que no me muriera nunca, siempre que estuviera apta y que el físico me acompañe».

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